Hace ya unos cuantos meses que Kike probó el Renault Clio con el motor de tres cilindros de gasolina y 90 caballos (si no lo recuerdas, lo tienes aquí). Pero nos quedaba por "tocar" otra de las versiones más demandadas de la gama, la diésel de 90 caballos.
Y es que España, ya lo sabes, es un país de motores diésel, y el 1,5 dCi de noventa caballos (el famoso k9k) es la herramienta que se esconde bajo el capó para ofrecer músculo a este utilitario, sin quedarse largo en el tema de consumos.
No vamos a extendernos horas y horas analizando pormenorizadamente cada detalle de infoentretenimiento y equipamiento del Clio, porque a eso ya le dedicó tiempo en su momento Kike, así que vamos directamente con las impresiones sobre el coche.
De la estética ya te hemos hablado varias veces, pero no por mucho repetirlo... El nuevo Clio nos gusta. El fichaje de Laurens van den Acker por Renault ha sido todo un acierto para la firma del rombo. El ex de Mazda ya creó auténticas bellezas en su etapa en Hiroshima, y en su paso a Renault ha sabido devolver formas, volúmenes e identidad a una firma francesa que llevaba demasiado tiempo navegando en una extraña deriva estética.
Sí, la cuestión estética es subjetiva, pero la realidad es que en el Clio, sobre todo cuando lo ves en vivo, todo funciona en lo estético. La delantera es puramente Renault, con sus faros piramidales, y con el nuevo y enorme, gigantesco logo, que da "imagen de marca", pero que no ata a la firma a seguir la estrategia "tan de Audi" de hacer todos sus coches clónicos entre sí para mantener esa cohesión necesaria dentro de la oferta.
El lateral está bien esculpido, con una chapa que se hunde en su parte inferior, con un bonito contraste en negro, y con una cadera sobre las ruedas traseras que impone músculo y dinamismo a las formas. El trabajado pilar C, con la puerta "escamoteada" a base de esconder la manilla de la puerta, logra que nos olvidemos que no existe variante de tres puertas. Además, la proporción batalla-tamaño de llanta-neumático está muy conseguida, y no es de estos coches que te dejan sensación de ser demasiado alargados o demasiado cabezones debido a los voladizos.
¿Conclusión? Por fuera es un coche que, al menos a nosotros, nos gusta mucho. Huye de la sobriedad de un Polo, arriesga un poco, pero lo hace con un argumento tan bueno que difícilmente disgustará a alguien.
El interior progresa, ya lo sabes, con el mismo guión. En la unidad de pruebas lo hace además con la combinación rojo-negro en el salpicadero, lo que le da más "imagen". Y es que estéticamente, las tomas de aire circulares, la pantalla en semivoladizo, las formas del volante... funcionan como un todo, y casan perfectamente con el exterior del coche. Un diez para el nuevo jefe de diseño.
Pero... y siempre hay un pero, porque sabes que somos muy críticos con todos los coches... el interior también tiene sus lagunas. Si bien el plástico coloreado de la parte superior del salpicadero es de tacto blando, te puedo asegurar que su calidad no es "la mejor de su segmento".