Toyota aspiraba a consolidar su posición del mayor fabricante de vehículos de todo el mundo por encima de General Motors, pero su apuesta por una nueva generación de vehículos sostenibles y eficientes no ha sido suficiente para responder al resurgimiento de los de Detroit en su fulgurante recuperación desde la bancarrota de 2009. En uno de los mercados clave para Toyota, el europeo, habrían retrocedido hasta un 9% en los últimos dos años.
La clave para el repunte de las ventas de Toyota en Europa podría ser ofertar motores diésel más competitivos y para ello ya están buscando establecer un acuerdo de colaboración con el Grupo BMW que les permita el aprovechamiento de la versatilidad del motor diésel de 2.0 litros. En los últimos años ya habíamos visto como BMW también desarrollaba conjuntamente motores diésel y gasolina de inyección directa y poca cilindrada.
La fortaleza del yen en las últimas semanas está haciendo que la competitividad de los productos fabricados en el “país del sol naciente” se resienta.
Aún no existe la confirmación oficial ni tan siquiera de un principio de acuerdo con BMW y los términos y el alcance del posible acuerdo están por determinar. En cualquier caso los movimientos de la diplomacia de Toyota en los últimos meses están siendo intensos. Este mismo fin de semana se presentaba el Toyota GT 86 desarrollado conjuntamente con Subaru y dotado de un motor de cuatro cilindros opuestos made in Subaru e inyección directa D-4S Toyota.
Por otro lado sus motores híbridos siguen despertando interés al resto de la industria del automóvil, es por eso que Ford ya habría establecido un acuerdo con Toyota para compartir tecnología híbrida para vehículos SUV y Subaru también se estaría planteando lanzar su propio híbrido con tecnología Toyota.
De formalizarse el acuerdo con BMW es muy probable que los de Baviera aprovechasen también algunos de los avances logrados en los últimos años por Toyota en materia de tecnología híbrida.