El nuevo Polo de VolksWagen

El nuevo Polo sabe muy bien lo que quiere: más independencia, más libertad, más atrevimiento, más aventuras, más seguridad, más autenticidad, más espontaneidad, más exclusividad, más deportividad, más dinamismo, más sorpresas, más creatividad, más diversión, más emociones, más tranquilidad. En una sola palabra: más Polo todavía.



El nuevo Polo es así: sólo basta verlo una milésima de segundo para saber que es el coche de tu vida. Aunque es del todo comprensible. Nadie resiste la fuerte atracción que producen sus líneas deportivas, sus faros ligeramente dispuestos de forma oblicua, ligeramente conectados por la ancha banda de las láminas negras protectoras del radiador o el diseño de sus puertas que parece que dicen una y otra vez: acércate, acércate, acércate…



Aquellos que realmente conocen el Polo, sabrán que el nuevo Polo es y no es el mismo Polo de toda la vida. Saben que no lo es porque este tiene un nuevo diseño, es más seguro y está mejor equipado. Pero también saben que, en el fondo, sigue siendo el mismo de siempre. Y es que sigue provocando lo mejor de cada uno: la espontaneidad, el atrevimiento, el espíritu deportivo y, sobre todo, la naturalidad y la comodidad que guarda en su interior. Por eso, des del primer momento que lo ven pasar, lo quieren. Esta vez, mucho más.



Eso es lo que piensan todos los pasajeros del nuevo Polo cuando llegan a su destino. Y es que el nuevo Polo se mueve con tanta confianza y desenvoltura que acaba conquistando todas las rectas y curvas de este planeta. ¿El secreto? Sin duda su gama de motores de gasolina y TDI common rail. Sin ellos, nunca habría sido tan descarado. O su tren de rodaje deportivo, evidentemente no apto para tímidos. Aunque son sus llantas de aleación ligera los que le dan ese toque de frescura y naturalidad que hace que todos los que van en un Polo piensen lo mismo: quiero quedarme aquí un poquito más.