A lo largo de los últimos años toda una suerte de vehículos todocamino, también conocidos como Sport Utilitary Vehicle, se han convertido en los auténticos “reyes” de la ciudad. Lejos de su utilidad para enfrentarse a terrenos complicados, vías mal asfaltadas o incluso sin asfaltar y a la meteorología adversa, la realidad es que la mayoría de ellos se ven relegados a un uso urbano y prueba de ello es que los fabricantes apuesten cada vez más por construir SUV más pequeños y adecuados para la ciudad.
Pero el reinado de los SUV podría estar llegando a su fin, al menos en las grandes ciudades.París ya está adoptando medidas para prohibir la conducción de vehículos de estas características en los límites de la Ciudad de la Luz, así como otras ciudades francesas como Lyon, Grenoble y Aix-en-Provence pretenden implantar restricciones similares en los próximos dos años. Y atentos a la noticia, por que de producirse la prohibición en París y tener éxito, sería muy probable que se extendiese en el resto de capitales europeas.
La razón es la problemática de la excesiva contaminación que afecta a las grandes ciudades y que obliga a los legisladores a restringir el uso de vehículos, y en este caso el uso de vehículos que son más contaminantes que el resto. Ciudades como Londres ya cuentan con su propio “peaje” para vehículos privados y con la correspondiente exención para aquellos que contaminan menos, híbridos y eléctricos.
Ahora bien. ¿Qué consume más (y emite más CO2) un Ferrari o un Lamborghini o un BMW X3xDrive20d (sólo 149g/km de CO2)? ¿Acaso un biplaza con su potente V8 o V10 es más “limpio” que un SUV de nueva generación? ¿Qué vehículos se pueden encasillar como SUVy cuáles no?
En fin. Está claro que las dificultades para llevar a cabo esta medida no son pocas y que es difícil llevar a cabo una restricción total de un segmento, por ejemplo SUV, y permitir que otros vehículos más contaminantes como deportivos, superdeportivos, berlinas de gran potencia… sigan campando por la capital gala.
Aún así en los próximos años tendremos que acostumbrarnos a ver como cada vez más ciudades restringen el acceso a vehículos por superar ciertas emisiones de CO2 o por su antigüedad. La restricción seguiría siendo injusta, ya que recordemos que el CO2 no es el único responsable de la contaminación que afecta a las grandes ciudades, también afectan otros gases liberados en la combustión como los óxidos de azufre, el nitrógeno…