Conoce el Mazda Miata




Vino al mundo en febrero de 1989.  Sus padres, orgullosos japoneses, tal vez no imaginaron el impacto que causaría en la industria automotriz en sus primeros 20 años de existencia.

En 1979, a Bob Hall, periodista estadounidense especializado en el tema auto, se le preguntó: ¿qué carro debería construir Mazda?, y él contestó: uno pequeño, convertible, biplaza.  Años después fue contratado para trabajar en el Centro de Diseño Mazda de California, donde se gestaría el Miata.

Mientras, en el otro lado del Pacífico, la estructura tecnológica del Miata estuvo a cargo de Tsutomi Matanao y Toshihiko Hirai, quienes siguieron la directriz de capitalizar la gran admiración de los orientales, especialmente los japoneses, por los carros británicos.  Entonces, un auto inspirado en los roadster de grata conducción, sobre todo en el Lotus Elan, era una propuesta viable.

Para ser congruentes con el concepto a ofrecer, sus diseñadores no cayeron en la tentación de dotarle con una motricidad de tracción, sino siguieron el legado británico: eje motriz trasero, motor posterior, biplaza y descapotable.

Desde luego, el planteamiento conllevaba riesgos, tales como los altos costos implícitos en la propulsión, renunciar al amplio espacio del maletero, reforzamiento de la carrocería monocasco con propósitos estructurales e incurrir en pequeñas incomodidades, tales como el ambiente lleno de turbulencias del habitáculo, a partir de velocidades mayores a los 120 kilómetros por hora.

Balance, sobre todo, balance
En su lanzamiento, el Miata montó un motor de 1,600 cc, doble eje de levas, 16 válvulas y 116 caballos de fuerza.  Luego se le incorporaron motores de 1,800 cc, 128 hp y cajas de cambios automáticas.  Después tuvo más caballos de fuerza, motores un poco más grandes y mejor tecnología en suspensiones y frenos.



Además de haber crecido, al Miata se le debe dar el crédito de que ha mantenido un claro respeto por la clave entre seguridad y desempeño: el balance.  Es decir, no ha crecido en potencia sin revisar la suspensión, la estabilidad y el sistema de frenos.  O bien si ha incrementado su torque, adoptó un diseño de transmisión con la cual se puede mantener su agradable y seguro desempeño.



Ese principio, casi filosófico de la producción automotriz, le ha dado mucha vida a un modelo que algunos podrían catalogar como de nicho, para convertirlo en un carro de uso diario con muy buena apreciación en la reventa.




Dictando cátedra
El lanzamiento del Mazda MX5, también llamado Miata, fue un evento inesperado y, un tanto sorprendidos, los ejecutivos de la industria lo siguieron de cerca.

La alta confiabilidad de Mazda, la adopción de un motor de cuatro cilindros en línea y participar en un segmento tan lleno de experiencias empresariales no tan gratas, hizo que los especialistas se dividieran en dos grupos: los que le expresaron pocas esperanzas de éxito y aquellos apostando por el nuevo biplaza.  Muy pronto, el mercado dictó sentencia a favor de los segundos.

La fórmula de Mazda hizo recapacitar y revisar el portafolio de productos de marcas como Alfa Romeo, BMW, Chevrolet, Fiat, Mercedes-Benz, MG y Porsche, desempolvando proyectos relegados a baja prioridad y relanzando roadsters con clara orientación deportiva.




La celebración
Para celebrar las primeras dos décadas del Miata, Mazda decidió lanzar una edición muy especial, llamada 20 Aniversario, durante la temporada 2010. 


Este es el carro que reúne todos los adelantos implementados en esos 20 años, aderezándolo con equipo de lujo, tres colores base (blanco, azul y rojo) y emblemas propios de este modelo.  Y con una producción que se acerca al millón de unidades, es un tema obligado celebrar el cumpleaños de este simpático veinteañero.

La poca evolución es buena señal
Como casi todos los sistemas de iluminación que ocultan los focos, el sistema más cuestionable del Miata se encargaba de operar las luminarias frontales, ya que era susceptible a descomponerse.  Hasta la fecha, estos mecanismos son materia pendiente en la industria automotriz.

Fue así que en 1998 el Miata fue sometido a una revisión de diseño o face-lift, siendo los faros frontales el cambio más distintivo, ya que a partir de entonces son fijos, integrados a la carrocería en el flujo de las líneas y volúmenes del diseño.

A reserva de tal característica, el Miata ha sido el mismo: líneas orgánicas, arquitectura suavemente estilizada, faros traseros elípticos de tres cuerpos, cintura alta y, sobre todo, descapotable.

Las ediciones limitadas han sido las RC, M y las R, con las cuales vienen acabados más refinados, capotas eléctricas, materiales más sofisticados, aspecto más elegante y, desde luego, también más deportivo.

Sobre el esquema Miata se han montado distintas motorizaciones, capotas duras, capotas de lona, faldones delanteros, traseros y laterales, en otras palabras, se han hecho variaciones sobre un mismo tema.

Es incuestionable que el Mazda Miata nació ya evolucionado, es decir, es poco en lo que se le puede mejorar.  Sin embargo, a diferencia de otros modelos que ya nacen viejos, continúa expresando frescura y vigencia.